11 agosto 2012 - Atenas / Levkas


7:00 Poco a poco vamos llegando todos al restaurant para desayunar, y luego nos damos un agradable paseo hasta la Acrópolis para visitar el Partenón.





Fotitos, piedras, fotitos, piedras, etc, etc….





Fotitos, piedras, fotitos, piedras, etc, etc….



En esta foto escucho atentamente las explicaciones que me da Elsa sobre el templo, mi cerebro ya empezaba a querer mejorar, cosa que mas tarde conseguirá mi sensei.







 









Fotitos, piedras, fotitos, piedras, etc, etc….

Así estuvimos hasta las 10 y en otro agradable paseo volvimos hacia el hotel. Durante el camino Maria no recuerdo que me explicaba, pero si recuerdo que con los brazos cruzados le dije: “Maria, no ves que normalmente no me entero y además ahora no te presto atención?” como se emocionó la muchacha…..


A las 11:00 nos recogió en la puerta del hotel el minibús que nos llevó hasta Levkas.
 

El conductor era un señor mayor, con un Parkinson bastante pronunciado que además se dio el lujo de recoger a su querida para que le acompañara en el viaje. Por suerte nadie se dio cuenta de los gestos que hacia el pobre hombre durante el camino, porque daba hasta miedo verlo.





Foto del perfil trasero del conductor y la querida.



Tras 7 horas de viaje llegamos a Levkás. Sara y yo fuimos a recoger el barco mientras que el resto de la Tripu´s se tomaba unas cervecitas en una terraza del puerto deportivo.

Después de  una larga espera nos dijeron que el Lagoon 380 que teníamos reservado se había estropeado y que nos daban un Lagoon 410. Estábamos encantados, ya que por el mismo precio teníamos un barco mejor y mucho más grande.

Una vez recogido el barco, vino el resto de la Tripu´s, que por despiste (eso dicen), se fueron sin pagar todo lo que se habían estado tomando en la terraza del bar. Llevábamos 2 horas en las islas y ya habíamos cometido nuestro primer delito…


Nos acomodamos en el barco, hicimos la compra y yo, como dice Maria: “estaba encantado con mi juguetito nuevo”.


A las 22:00 horas nos fuimos a cenar en uno de los muchos restaurante que habían en el paseo del puerto.


Después de una estupenda cena, volvimos al barco para descansar, ya que al día siguiente había que madrugar para estrenar el “juguetito”.